Edinburgh, 2024

Edinburgh, donde la magia existe junto con el whiskey por montones! 

Edinburgh me recibió con una situación que ni en 18 años que llevo viajando por el mundo me había pasado: mi maleta no llegó. No tenía idea que era política de la aerolínea que ellos mandaran la maleta de bodega en el vuelo del día que ellos quieran. Así que, si para ellos está bien mandarla al día siguiente, a ellos no les importa. Bueno, era pleno diciembre, estaba helado y en el counter me dijeron que el próximo vuelo llegaba en 4 horas y que ellos no tenían manera de rastrear si en ese siguiente vuelo iba mi maleta, que por lo general las que no llegaban en el vuelo, las mandaban en el siguiente. Así que la espera bien podría ser en vano. Decidí quedarme confiada en que iba a llegar en 4 horas y me senté a esperar. No tenía abrigo decente para el frío y con una mezcla de cansancio y resignación en la cara, fui a buscar un té. A veces así comienza lo bueno. 

La buena noticia: mi maleta llegó en ese vuelo y pude iniciar el viaje con un buen abrigo. Aquí arrancaba mi aventura escocesa. 

Llegar a Edinburgh fue como abrir un libro antiguo. Ese fue mi primer pensamiento cuando empecé a caminar por sus calles. La ciudad tiene algo de mística, de magia callada. Es imposible caminar por sus calles de piedra sin sentir que en cualquier momento te cruzaras con un mago… y no es solo imaginación: aquí fue donde J.K. Rowling se inspiró para crear el mundo de Harry Potter y se nota. Desde los cafés donde escribía hasta los callejones que parecen sacados de Hogsmeade. De hecho, muchas personas se ponen sus trajes de Harry Potter para ir a esa ciudad y tomarse la foto en Victoria Street. 

Una de las mejores decisiones fue hacer el tour del whiskey. Para llegar a las destilerías, excepto Johnny Walker (ese si queda en Edinburgh) hay que ir en bus, en metro, o rentar un carro. Al principio sonaba muuuy simple rentar un carro, así como hago en todas las ciudades a las que voy, pero he manejado toda la vida con el volante a la izquierda. En UK todo va al revés: el volante está a la derecha y se maneja por el lado izquierdo de la vía. Díganle eso a mi cerebro quien no podía acoplarse fácilmente ni podía entender. Los primeros 40 minutos fueron un caos mental: activaba el parabrisas en lugar de poner direccionales, entraba a las rotondas con pánico, fue una locura total. Al final, pude llegar a Chivas y a Macallan. Cada una con su encanto, pero si me preguntas por mi favorita, sin dudarlo sería Macallan y su sherry oak. ¡Es demasiado perfecto! El proceso de fabricación, el lugar, el sabor. Todo es elegante, fuerte y con carácter. Como debe ser. 

Edinburgh me dejó muchas cosas: un respeto enorme por la historia, el sabor de un buen whiskey, fotos de paisajes que parecen pinturas y la prueba de que siempre se puede aprender algo nuevo con mis mil intentos de estrellarme manejando a la derecha. Me dejó que hay lugares que no solo se visitan, sino que se sienten. Y aunque me costó acostumbrarme a manejar al revés, fue el recordatorio perfecto de que a veces hay que desprogramarse para ver el mundo desde otro ángulo. Me fui con el corazón lleno y con ganas de volver a otra estación porque siento que esta ciudad cambia con las hojas del calendario, pero mantiene intacta su alma. Ahhh y por si fuera poco… confirmó con el corazón en la mano que el acento británico es el mejor del mundo. 

¿Qué no te puedes perder de Edinburgh? Aquí van mis imprescindibles:

Visita al callejón mágico:

Victoria Street. Es uno de los sitios más fotogénicos de la ciudad y se dice que fue la inspiración directa para Diagon Alley. Las fachadas de colores y las tiendas encantadas son un sueño para los ojos

El café donde J.K Rowling escribía. Hay un mural hermoso lleno de mensajes de fanáticos de Harry Potter. 

Desde ahí la ciudad se ve increíble, hay que ir con buen físico porque son muchos escalones en subida, pero los vale. 

Una aldea de cuento en medio de la ciudad. Casas de piedra, con riachuelos y puentecitos. Yo me enamoré de esta parte de la ciudad. 



De noche por los callejones y cementerios. Suena tenebroso, pero es parte del espíritu escocés. 

Edinburgh no es solo un destino, es una ciudad que se vive en el presente. Una ciudad que lo envuelve a uno con su magia, su neblina casi que permanente y su whiskey. Y como siempre digo… Lo mejor de cada lugar no solo es lo que ves sino cómo te transforma. Edinburgh no me gritó nada. Solo me susurró lo suficiente para quedar profundamente enamorada de ese lugar. 

Si estás pensando en ir y quieres un plan más preciso, con mis recomendados prácticos y lugares favoritos, puedes descargar la guía viajera de Edinburgh directamente aquí en mi página web.

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